Actualizado: 08 de junio de 2025
Escrito por: Diego Albuja
"Sentado frente a un tabloide de madera pulida, donde se han dibujado 19 líneas horizontales y 19 verticales para marcar el escenario de la lucha que se avecina, cojo una piedra tan esbelta como extraña y me dispongo a efectuar mi primera jugada. El ambiente es místico, solemne; hay 361 intersecciones donde ubicar la piedra y todo podría pasar desde el primero momento. El juego de la vida ha comenzado..."
El juego de Go nació en el sur de China aproximadamente hace 4.200 años. Coincide tanto en su naturaleza como en su filosofía con las tradiciones del Tao, Ying y Yang, y el I-Ching (de eso hablaremos más adelante). El historiador chino Ban Gu (92-32 A.C.) en su libro Yi Zhi (La Esencia del Go) escribe: “El tablero debe ser rectangular y representa las leyes de la tierra. Las líneas deben ser rectas como las virtudes divinas. Hay piedras blancas y negras, divididas como el Ying y el Yang. Su disposición en el tablero es como un modelo de los cielos”. Adecuada descripción de la energía del Go: equilibrio.
La leyenda cuenta que el emperador Yao (Siglo XXIII A.C.) creó este juego para desarrollar en su hijo Dan-Zhu la inteligencia y estrategia (puesto que tenía problemas mentales y el emperador no iba a dejar su reino en manos de un inepto). Su nombre original fue “wei-chi” que significa algo así como “piedra rodeada”, luego fue llevado a Corea donde se lo conoció como Baduk; en el siglo VIII apareció en Japón donde se lo conoció como I-Go o simplemente Go.
Un dato más sobre su historia: Sun-Tse (o Sun-Tsu) escribió El arte de la Guerra en el siglo V A.C. basándose exclusivamente en las estrategias aplicadas en el Goban (como se lo llama al tablero).
"La guerra avanza y la situación se vuelve caótica. Tengo una invasión profunda en el sector derecho, mis piedras están débiles en la esquina superior izquierda y en la ladera sur la batalla es encarnizada.
Debo decidir: protejo los territorios ganados, recupero lo perdido, presiono a mi oponente. Cada jugada es vital y puede decidir el destino.
Entonces, cojo una piedra y la pongo en el tablero. Su suave sonido rompe la inquietud..."
Más que un juego, el Go puede ser considerado como un arte. Es realmente simple aprender sus reglas –seis en total-; pero desenvolverse en un tablero tan extenso requiero mucho más que simples cálculos matemáticos, es necesario apelar al sentido intuitivo de posición, de visión a futuro, e, inclusive, de estética.
Es mejor graficarlo de esta manera: las probabilidades para la primera jugada son 361. Para la segunda jugada debemos multiplicar 361 posibilidades de la primera jugada por 360 intersecciones vacías: 129.960 en total. Si mantenemos el esquema, para la quinta jugada tenemos casi seis billones de posibilidades. (Si. Lo escribí bien: seis billones). El resultado final de probabilidades para una partida ideal de Go –en donde se utilicen todas las piedras- supera en tres veces la cantidad de átomos en nuestra galaxia. Sorprendente, ¿no?
Según estos cálculos podemos predecir que no se repetirá una partida de Go, no importa cuantas personas lo jueguen, hasta que nuestro planeta desaparezca.
Olvidémonos, entonces, de los números puesto que no podemos controlar tal cantidad. Debemos intuir y manejar el partido de Go de una manera personal; decidir tal como lo haríamos en nuestra vida cotidiana. El tablero se convierte, de esta manera, en un lienzo donde pintamos un autorretrato. Y, de hecho, lo haremos.
Cada partida es una obra irrepetible impregnada con el carácter de sus autores: Arte.
"La situación se me ha escapado de las manos. Acabo de perder un grupo grande. No encuentro vía de escape. Parece que todas las batallas estoy perdiendo. Debo relajarme.
Respirar.
De pronto, el tablero se abre y lo veo con claridad. El punto clave está ahí, juego yo y esta es mi oportunidad. Con segundad, pongo la piedra en ese sector y... "
Hay 181 piedras negras y 180 blancas, un desequilibrio intencional. Al ubicar una negra en el tablero, se igualan fuerzas entre los oponentes, mas no en el territorio; una blanca equilibra el tablero pero las piedras vuelven a su estado anterior... Así continuamente. La fuerza interna del jugador (llamada Chi) sigue el mismo esquema con la fuerza externa (Aji). Aunque suene extraño, no jugamos contra nuestro oponente, lo hacemos contra el tablero. Si consideramos los conceptos Tao, de lucha de desequilibrios, el juego toma una dimensión más profunda. La victoria y derrota pasan a un segundo plano; lo que importa es aprender... un poco más cada vez. Reconocer la influencia que ejercen las piedras en el tablero, nuestra propia actitud al momento de jugar, y lo que realmente está en juego, requiere práctica. Pero pronto nos damos cuenta que los esquemas planteados en el Go funcionan en nuestra propia vida.Y pronto nos damos cuenta que el Go ha cambiado nuestra vida para equilibrarla y hacerla más satisfactoria.
"La guerra ha terminado. Siento una sensación de quietud como si hubiese sido eterna. He realizado el mejor esfuerzo y me satisface saber que mi contrincante ha hecho lo mismo: Ha jugado con honor. Se retiran los prisioneros, se cuentan los territorios de cada color y se conoce el resultado: he perdido por cinco puntos.Realmente no me molesta. He disfrutado cada momento. Además, he aprendido algo durante esta partida y lo utilizaré en mi siguiente encuentro, y en mi vida. La próxima vez pensaré mejor en mis posibilidades..."